miércoles, 28 de marzo de 2012

Las sensaciones que tu amor me incita.

Es tu piel con el suave tacto
de mi mano, como si de una paloma
que quiso probarte se tratara,
la recompensa con miel de abeja
trabajada con ternura y cuidado
del anhelo de mis días
por besarte dulcemente.


Es a veces explicable
que el fuego arda eterno,
la pasión no tiene límites
o, acaso, los que tú quieras
si alguna vez deseaste contenerla;
todavía busco palabras
para hacer un ramo de versos y flores,
para hacer de ti un privilegio
y recordarte lo mucho que vales.

Tus dos puertas de roja carne

De tu boca
hecha de cielo y carne
en la dulce espesura de tus labios
tierra del corazón ardiente,
es allí donde deseo probarte
o, si fuera posible, en un beso
ser parte de la extensión prodigiosa
de ti misma.


Oh, cuánta pasión y fuego
encerradas en esas dos barreras
cada vez más apetecibles 
para el alma,
delicia bañada en ternura y deseo,
amor del silencio donde
surge, admirable, tu boca.

sábado, 10 de marzo de 2012

A toda mujer, gracias por existir.

Recuerda, mujer,
que eres la madre de todo hombre,
eres el vientre de cualquier paz inquebrantable
y en tus brazos,
en el hogar del amor,
somos tan insignificantes.


¿Cómo agradeceros tanto?
Si no fuera por vosotras, ¿qué sería de mí?
Una mujer me otorgó la vida,
otra fue la inspiración de mis poemas
y son muchas las amigas
que me arropan con su cariño,
¿cómo devolveros ese aprecio?
no sé, ni sabría,
la forma de abarcar 
todo el respeto y admiración 
que os tengo a cada una.
Gracias por existir.




8/ 03/ 12

lunes, 5 de marzo de 2012

A orillas de la noche

A orillas de la noche no hay silencios,
es el rugido del mar quien algo reclama,
eufórico, desesperado, contra la arena
y debora con ternura nuestros cuerpos.


 Porque tú estás conmigo,
es por eso que callo, me sumerjo
en la extensión infinita de tus besos.


A orillas de la noche no hay secretos
que no se sepan y la luna no delate,
huye el tiempo tras las estrellas
se pierde en luceros de mil mundos
que creí ver inalcanzables
 como sueños imposibles, lejanos
pero a la vez tan inevitables 
como el amor que escondemos
 en la orilla de cielo y plata marina.


 Rocé con mis dedos entrometidos
el horizonte en los surcos de tu piel,
detrás de tu sonrisa incandescente
donde solo deseo más de tus caricias,
diligentes, sobre mi costado.


 Se funde en la orilla de la noche 
nuestros corazones, en su clamor nocturno,
sin secretos ocultos, sin silencios voraces.