Es tu piel con el suave tacto
de mi mano, como si de una paloma
que quiso probarte se tratara,
la recompensa con miel de abeja
trabajada con ternura y cuidado
del anhelo de mis días
por besarte dulcemente.
Es a veces explicable
que el fuego arda eterno,
la pasión no tiene límites
o, acaso, los que tú quieras
si alguna vez deseaste contenerla;
todavía busco palabras
para hacer un ramo de versos y flores,
para hacer de ti un privilegio
y recordarte lo mucho que vales.
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