No lo entiendo pero hazlo si quieres,
llámame ahora, sin piedad, cobarde,
que sé que es demasiado tarde
para tu amor. Ya no me prefieres.
Tu ausencia más me atormenta e hieres
a mi corazón que el vivo acero que arde.
Quema el silencio, silencio cobarde
del tiempo. La soledad me requiere.
Que pena que fuera mañana y no ayer
cuando mi susurro surcara tu oreja
declarando el amor que no quise perder.
Me quisiste cuando no quise querer,
¡tonto de mí! Ahora mi alma se queja
y yace a la espera de poderte tener.
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