En un té para dos
a las cinco de la tarde
se sirve en dos cuerpos,
de porcelana y carne,
el placer de la vida.
Sumisa a la gravedad,
lentamente, el caos de su impacto
concluye en la melodía de una taza
llena de experiencias.
En un té para dos
a las cinco de la tarde
se sirve la vida,
disfrútala.
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