lunes, 16 de enero de 2012

Delirio poético II

Como la roca, olas de vaivenes,
desnudo expongo mi costado erguido
frente a la tempestad del mar herido
como la roca dura aquí me tienes.


Deslizan en mí tus besos salados
sobre mi piel fría tu blanca espuma
sobre el horizonte la baldía bruma
niebla de los días ahora tan callados.


El aire contra el pecho, libertad
de mí mismo sin enturbiarme duda
alguna o tal vez en la noche muda,
silenciada por tu voz, la soledad.


¡Vuelve a mí, amor! que si no cesa
el oleaje del mar, mi corazón
no yacerá rendido al paredón
como la roca, no seré su presa.


Como la roca que vive y resiste
los crueles golpes del mar irascible
me verás a mí también impasible
y sin mediar nigún silencio triste.


No esperes nada de mí,
ni siquiera que te espere,
porque ya cayó la tarde.

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