Tras el viento seco del otoño
vuela mi mano por el recuerdo
de una fotografía un tanto vieja
por el tiempo amarillento y los años
aferrados a ella donde viven
y no viven, porque son el pasado.
Embadurnada con polvo y nostalgia
combergen en ella las estaciones
una tras otra y de vez en cuando
peregrina una mirada inquieta
para contemplarla y evadirse.
Es en el abismo de tus ojos
donde naces de nuevo entre sonrisas
algunas antiguas, otras no tanto,
pero te esfumas como el aire fugaz
para envolverte entre viejos amigos
y aunque no les hables, te escuchan
como callas porque viven
y no viven, porque son el pasado,
el tiempo, las estaciones.
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